domingo, 30 de diciembre de 2018

Dos grados







Dos grados centígrados es el aumento medio que las temperaturas experimentarán este verano según han anunciado los expertos. Y dos grados dan para mucho. Dan para una evapotranspiración superior a la de canículas pasadas, algo que nos forzará a aumentar el consumo de agua embotellada y por, consiguiente, a que se eleve el precio en el mercado y la especulación en el sector. 

Otra de las consecuencias previsibles de la acentuación de las temperaturas será una mayor eclosión de insectos, que puede hacer pensar en las siete plagas bíblicas de Egipto. Veremos aparecer moscas por doquier, mosquitos, cucarachas volantonas, luciérnagas, polillas, escarabajos y otros artrópodos. Puede que a estos insectos se agregue una plaga más de predicadores de anuncios apocalípticos. 

La venta exagerada de aires acondicionados será otro de los factores a considerar debido, primero a la especulación y baja calidad de los aparatos en el mercado y, segundo, a que la gente se refugiará en sus hogares y las calles quedarán semidesiertas con la imagen impactante para los veraneantes que sólo verán pasear a los desposeídos de un refrigerador de aire. El crecimiento del negocio de aires acondicionados contrastará con la posible ruina de las terrazas al aire libre. 

Además, está el problema de la oxigenación derivado del mayor consumo que hace el cuerpo humano de este elemento cuando se eleva su temperatura y que empeorará la calidad del aire.

domingo, 23 de diciembre de 2018

El filo de la cama



Las personas que tienen por costumbre dormir solas no saben el tesoro que poseen. En su descargo argumentan que, en esa práctica, echan de menos al alguien a quien poder abrazar las largas noches de inverno, un otro con quien charlar las cortas y calurosas noches de verano. Quieren, en definitiva, compartir los pensamientos del día y los sueños de una vida mejor y no estar solos en ese viaje que es el sueño nocturno. 

Está claro que hablan desde la inexperiencia sobre un hecho que resulta trascendente en la vida marital. La cama, una vez decides compartirla, se convierte en un mapamundi geopolítico y estratégico. Para empezar, debes elegir una parte de ella que será como si te condenaran a cadena perpetua, porque ya nunca podrás regresar al otro lado. Para seguir tendrás que ser de izquierdas o de derechas (en la cama), porque no hay punto intermedio. Podrás mirar la otra mesilla de noche, pero ya no te pertenecerá y hasta la lamparilla con nostalgia, pero ese interruptor no lo tocarás jamás de no ser que se rompa y tengas que acudir, no como usuario, sino como chapuzas doméstico. Es como si vivieras en España y te acordaras de China. 

Una vez te acomodas en la mitad del uso del colchón, lo peor está por llegar al sucederse una serie de litigios y calamidades que nunca habías previsto. El primero es el uso y abuso de la almohada que puede derivar en una tortícolis crónica o síndrome del pescuezo torcido, al que le esperan mañanas de masaje y Reflex. El segundo de los avatares es la llamada batalla por las sábanas, una guerra de tirones en la medio consciencia del sueño que, las más de las veces, acaba en trágica destapada, por no mencionar el tinglado que produce cuando a las sábanas añades la ropa de invierno (colcha, cobertor, edredón, etcétera), o cuando notas que tus pies están fríos y tu cabeza caliente. El tercero es cuando el enemigo avanza hasta sitiarte al mismo filo del precipicio (hay quien llega a caer al vacío). Entonces recuerdas con nostalgia como tu cama te recordaba a las grandes praderas donde solías retozar largas horas, buenos sueños.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Leyenda oriental




Cuenta una leyenda oriental que, cierto día, se cerraron las puertas del Paraíso y que todas las oraciones de los fieles no lograron hacerlas abrir para que pudieran entrar las almas que trasmigraban de este mundo. La preocupación y los rezos fueron en aumento, igual que las almas de los difuntos que, desorientados, bajaban de nuevo al mundo con la importante crecida de almas en pena. Llegado un momento tal, el punto crítico del fluido inmaterial de almas, superó en mucho al de cuerpos materiales y colapsó la vida. Desde entonces La Tierra está habitada por fantasmas.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Realidad virtual




Entré a aquel bar para tomarme algo fresco. Me atendió un camarero con acento cortés y de mediana edad, calvo. Cogí mi consumición y me senté en una mesa. Eché una mirada en derredor del establecimiento y vi a un hombre enjuto que echaba monedas en una tragaperras sin parar. Junto a él una mujer sobremaquillada y con la ropa pegada al cuerpo que dibujaba un perfil de bultos irregulares, rodeándole con el brazo. Al fondo en una mesa cuatro hombres miraban distraídos un partido de fútbol en el televisor, dos con poco pelo, otros dos barrigones, uno de ellos carraspeaba de vez en cuando y a otro le costaba masticar porque no tenía dientes. También había dos parejas entretenidas en sus juegos eróticos, pero que no eran adolescentes, una de las mujeres con la ropa tan pegada que dejaba adivinar los kilos que le sobraban. Más allá dos compadres, uno de inmenso cuerpo y otro diminuto, cargados de alcohol. Otros que entraban y salían con rostros poco afortunados que alguno reconocía en decir: “anda que eres más feo que yo”. Y estaba yo que no era muy diferente a todos ellos. 

De repente el volumen de televisor aumentó y llamó mi atención sobre el ruido de fondo que había en el bar. Comenzaba un intermedio publicitario. Me fijé y sólo vi gente joven, inmaculada, dermoestéticamente perfeccionados por la genética y los tratamientos antiarrugas. Gente que parecía feliz, casi perfecta en sus deseos y en sus realidades. 

Entonces me pregunté que, si la gente es así realmente, los que estábamos en aquel bar no existíamos. Éramos virtuales.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Dominical




Me llamo Fina, tengo tres hijos. Me casé muy joven embarazada y ahora trabajo en una empresa de limpieza en la que también lo hace mi marido. Hoy domingo me he levantado temprano. Todos duermen. Al ir a lavarme la cara he notado que un puntito negro afeaba mi piel. Mientras me revisaba el cutis he pensado que no estoy tan mal para mis veinticinco años. 

Me he preparado un café cargado y me he sentado en el sofá para desayunar tranquila mientras veo la tele. De repente un anuncio me ha hecho sentirme mal. Una chica, que podría tener mi edad, aunque mejor cuidada porque debe ser modelo, ha hecho igual que yo delante del espejo y tras mirarse durante unos segundos ha aparecido un rótulo que decía: “Mientras unos se miran al espejo, 40 millones se mueren de hambre”. Manos Unidas. 

Me he sentido mal. He agachado la cabeza y he comenzado a leer en una revista. La reina de Jordania “debe hacer hueco en su apretada agenda para coger el jet y visitar Nueva York, Roma y París. Allí la esperan con expectación los directores de las marcas más exclusivas, que se disputan el honor de contribuir a su fondo de armario: Ralph Lauren”. 

Me he sentido peor.

sábado, 1 de diciembre de 2018

Desdoblamiento




Llamé a mi casa y me contestó mi voz.
—¿Sí? Dígame.
—Soy tú le dije.
—Me gasta una broma o qué.
—¿No me reconoces?
—Mire no tengo mucho tiempo que perder. O me explica lo que quiere o le cuelgo.
—No te pongas en ese plan de situarte en un plano superior que te conozco.
—Usted a mí no me conoce de nada.
—¿Cómo qué no? Te conozco cuando te levantas por la mañana maldiciendo el hecho de tener que ir a trabajar; cuando te impacientas en los atascos; cuando te exaltas porque alguien se demora haciendo la compra, mientras tú esperas… ¿Quieres que siga?
—Vale, no siga usted. ¿Qué quiere venderme? ¿Es una nueva oferta telefónica, libros, algo a plazos? ¿O se trata de una encuesta camuflada? Le aseguro que si es algo de alguna confesión religiosa hemos terminado de hablar.
—No vas a cambiar nunca, siempre te precipitas sobre las cosas.
—Hombre, encima me da consejos de comportamiento. Dígame qué quiere.
—Quiero que reflexiones sobre tu vida.
—Eso es muy metafísico.
—No eso es muy real. Piensa a qué dedicas tu tiempo.
—Lo dedico a aquello que me veo obligado a hacer y, cuando puedo, a lo que me gusta.
—Pierdes el tiempo en cosas absurdas: escribir, Internet, en especial esas dos cosas juntas, bajar al mar, hablar con los amigos, intercambiar afectos, dedicarte al tiempo inútil de la meditación, leer, poner un acento escéptico y pesimista a la forma de ver el mundo… ¿Crees que por ahí vas a llegar a alguna parte?
—No lo sé. ¿Si usted me dice dónde hay que llegar?
—Podrías replantearte tu modo de vida. Antes no eras así.
—Me parece que es un poco tarde para cambiar las cosas. Además, ya no recuerdo como era antes.
—Inocente, espontáneo, combativo, enamoradizo, libre.
—También cabezota, inconsciente, irresponsable, indolente con los que me rodeaban.
—Pero ahora eres demasiado metódico y ritualista. El pragmatismo se ha apoderado de ti y no haces nada que no tengas programado.
—Se me escapa el tiempo.
—Por eso, no echas de menos el cometer más errores, correr más riesgos. Hacer más tonterías. Jugar como un niño.
—Siempre me faltará aquello que no tengo, pero lo que no tendré nunca será otra vida para repetirme.
—Por eso come más pasteles y bebe más vino. Ten más complicaciones reales y menos problemas imaginarios.
—Mi realidad imaginaria tiene tanto peso como el mundo físico. Sin uno no podría vivir en el otro.
—La vida está hecha de momentos. No hay que dejar escapar el ahora.
—Vivir es un momento. Ese es mi ahora.
Al colgar pensé: esta es la última vez que hablo con un desconocido.

Embeleso



—Me pasaría la eternidad sin dejar de mirarte. Y no sería bastante.



viernes, 30 de noviembre de 2018

Pastillera



—Tomo pastillas para los vértigos, el tiroides, la tensión, el azúcar, la depresión, la circulación de la sangre, los gases, para poder dormir y alguna más para los dolores que tengo repartidos por el cuerpo.

—Abuela eres una drogadicta.

—Ay niña, no me digas esas cosas que suenan muy mal.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Pezqueñines, no gracias




Una línea de mar azul infinita trazaba el horizonte aquella mañana de agosto. Una muchedumbre de bañistas tomaba el rebalaje con sus juegos de agua y sus chapuzones. La playa estaba invadida por miles de domingueros. 

En medio de la normalidad de aquel tumulto, de repente, surgió de entre las aguas una figura hercúlea, medio hombre y medio pez, que paralizó la imagen cálida y vacacional de aquel momento. Los bañistas asombrados quedaron boquiabiertos ante ese ser monstruoso cubierto de escamas que, con su mano izquierda, sostenía un tridente y una red de pescador con la derecha, como si fuera un gladiador del circo romano. 

Fue entonces que comenzó a girar la red sobre su cabeza y tras varios giros la arrojó contra los bañistas que, despavoridos, comenzaron a huir en todas direcciones hacia la playa. Tras lanzarla atrapó en la red una veintena de éstos, la cargó sobre sus hombros y comenzó a caminar hacia el interior del mar, mientras a sus espaldas se escuchaban gritos de horror y lamentos. 

Una voz, en ese momento, se destacó del resto: «¡Los niños, no! ¡Los niños, no!». El ser escamado se detuvo y pensó: «es cierto, no se deben pescar inmaduros o esquilmaremos los caladeros». 

Miró dentro de la red y sacó los ejemplares más pequeños. La cerró y continuó con el resto de sus capturas hacia el interior del mar mientras el gentío, estupefacto, miraba desde la orilla recomponerse la línea de mar azul infinita que trazaba el horizonte de aquella mañana de agosto. 

En ese instante una avioneta cruzó el cielo de la playa con una pancarta en la que se leía: Este anuncio ha sido patrocinado por el Ministerio de Agricultura y Pesca. ‘Pezqueñines, no gracias, debes dejarlos crecer’.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Discusión matrimonial



—Mira Pepe tú no sabes lo difícil que lo tengo para llegar a fin de mes con lo que tú me das —la mujer hizo una pausa—. Por todo, ya te digo, no sólo es por el dinero, es la casa que le hacen falta unos arreglillos —sollozó sincopadamente—. Y luego está lo de la niña que se ha empeñado en trabajar de camarera en un bar de noche, para volver a las tantas. Y tú que nunca me ayudas, te callas y dejas las cosas correr. Pero a mí se me fríe la sangre con cosas como esta, qué quieres que te diga. 

La mujer sacó un pañuelo de papel del bolsillo y se apretó las aletas nasales para proseguir con su retahíla de lamentaciones. 

—Y de tu hijo mayor qué me dices. Va a dejar los estudios porque primero está lo de estabilizar su relación de pareja. Desde que conoció a esa tiene el juicio en otra parte, no se da cuenta dónde se mete. 

Un grupo de personas en silencio se acercaron hasta el lugar donde estaba la mujer que se retiró unos metros. Puso cara de circunstancias, es decir, se apenó mientras pensaba «bueno mi Pepe ya tiene otro más con quien hacer amistad». Cuando el cortejo se marchó pasó el pañuelo de papel por la foto que había en la lápida. 

—Tú siempre tan callado y dándome la razón como a las tontas —y se despidió.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Cuentos impúdicos




Pinturas de guerra
Quiso lucir atractiva y eligió como color de labios la lascivia y como maquillaje la perdición.

Fruta prohibida
Su sexo olía a guayaba.

Canicular
Fue un verano demasiado caliente: sus bochornos inguinales ocuparon toda la estación.

Inundación
Se sintió tan húmeda que lo anegó con su amor.

Angelical
Era una delicia de chica, tanto que en su pubis crecía el cabello de ángel.

Éxtasis
El vaivén de los suspiros, el gemido de los besos, el jadeo del espíritu... y el final.

Glotona
Degustaba a los hombres con el exquisito paladar de una ninfa.

Contorsionista
He pensado que amarnos es la única atrocidad que nos queda por hacer.

Gesto
Mientras cogía su mano con ternura imaginó la fantasía más obscena.

Evanescencia
Sintió el aleteo de una mariposa sobre la carnosidad de su vulva y flotó en el tiempo.

Embaucador
Mírame a los ojos le pidió. Y le hizo de todo.

Sismo
Cruzó las piernas y se corrieron las crujías del cielo.

Nido
Un pequeño beso se escurrió por su cuello hasta cobijarse en un mullido canal de carne.

Diosa
Una aurora boreal tatuada en su monte de Venus hizo que el preludio de cada relación fuera deslumbrante.

Ascensión
Extenuada de amor, doblada de placer, en mitad del coito vio la luz y se elevó al cielo.

Escritora de éxito
Cada relato publicado lo imaginó durante la tormenta de un orgasmo.

Tobogán
Se escurrió entre sus piernas y sólo hubo suspiros.

Seductora
Le hizo su mejor striptease y le desnudó su corazón.

viernes, 16 de noviembre de 2018

La vuelta al cole








Después del maestro, al frente sobre la tarima, el resto de la clase estaba por ocupar su puesto en el aula. En primera línea los listos, los que querían llamar la atención, los ‘pelotas’, los concentrados, la minoría selecta y aquellos otros que no veían bien la pizarra. En medio la tropa, los tímidos, los del apellido en mitad del abecedario, los compañeros siameses, las sociedades afines y los intereses comunes. En las esquinas los marginados, los desplazados y, junto a la puerta, los que querían escapar pronto de aquella realidad. Al final, los que armaban jaleo, los que no daban golpe, los vagos y maleantes, los insurrectos, los inconformistas, los repetidores, los que persistían en sus errores, los rebeldes y los que se aburrían. No sé cómo me las apañaba todos los años para terminar en la última fila.

domingo, 11 de noviembre de 2018

El misterio chino



Primero fue lo del abuelo chino. Nadie le vio morir y menos enterrarle, pero un día dejó de toser en el balcón. ¿Alguien ha visto sepultar a un chino en este país? Después fue lo de los rollitos de primavera ¿cómo podían saber igual en cualquier restaurante chino donde fueras? Luego estaba la cara de la simpática camarera que te ofrecía un chupito de licor de lagarto al terminar la comida y que siempre era la misma, pero que cada vez parecía como si hubiera una nueva. Para terminar no me explicaba cómo podían cocinar tan rápido y quién guisaba porque para tantos platos faltaban manos. El misterio me ha quitado el apetito.

domingo, 21 de octubre de 2018

Beodo




En aquella librería servían unos libros deliciosos y siempre lo invitaban a unas rondas de textos, así que cada noche volvía a casa borracho de letras. Menos en una ocasión cuando lo detuvo una pareja de críticos literarios y le hizo un control de novelas. El resultado que dio fue un porcentaje de best seller por encima de lo permitido. Un filólogo le retiró el carné de la biblioteca pública y lo condenó a leer a los clásicos de nuevo.



domingo, 7 de octubre de 2018

Ecosistema sentimental



Los dos permanecieron abrazados largo rato en el sofá sin decir palabra. Un deseo, entonces, rompió el silencio.
—Deja a tu mujer y cásate conmigo.
El hombre la miró con asombro y le respondió.
—Tú eres mi mujer.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Endemoniada



La frase era enigmática, escribió mientras trataba de desentrañar las palabras plasmadas. Después serpenteó en su brazo hasta envolverlo y subió por su cuello. Entró por su boca y por su nariz sin poder evitarlo. Al deslizarse por el fondo de su garganta sintió su sabor amargo y cómo le revolvía el estómago y se volvía visceral y testicular. La frase saltó y rodeó su corazón hasta diluirse en su sangre para llegar a su cerebro que la alumbró, por fin, tras ser esclarecida.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Bloc de notas





Meticuloso, ordenado y observador, siempre llevaba un cuaderno de notas para escribir todo aquello que ocurría alrededor de su existencia. Así cuando veía una pareja de novios describía como sería su insoportable convivencia conyugal futura. Si tropezaba con un sacerdote, lo sospechaba en una imagen desnuda en un burdel. Si acaso se trataba de un ama de casa distraída frente a un escaparate de moda, la imaginaba desfilando ante los espejos de su casa. Y si era el caso de un militar enhiesto lo pensaba en ropa interior repantigado en el sofá de su casa. 



Su cuaderno engordaba por días hasta que, en cierta ocasión, debió de anotar: esta es mi muerte como escritor. Y se hizo el papel en blanco. Eso sí, pautado como los surcos de la existencia. 

domingo, 16 de septiembre de 2018

Desilusión



Era su novia de toda la vida y lo acababa de dejar. Se hundió pensando que nada volvería a ser igual que antes. Su corazón se arrugó y pareció faltar el aire en sus pulmones. Llovieron lágrimas en su interior. Una última mirada la vio desaparecer mientras se alejaba y antes que el timbre lo hiciera regresar al aula de preescolar junto a los otros niños.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Altos vuelos




La madre se lo tenía dicho, que no jugara con el niño. El padre siempre hizo caso omiso. Al principio sujetaba al bebé con sus largos brazos y lo subía a la altura hasta donde podía extenderlos. Después comenzó a lanzarlo por el aire hasta la altura del techo de la casa y el bebé sonreía.



Para no desentonar con lanzamientos anteriores, en la calle lo soltaba con fuerza hasta la altura de la farola y así prosiguió hasta alcanzar el tejado de la casa. El bebé sonería.



Ante la protesta de la madre viajó hasta Italia y lo proyectó hasta la altura de la torre de Pisa y cuando cayó lo recogió con certera precisión y seguridad.



Repitió su proeza en París, ante la torre Eiffel, en Shanghái junto al rascacielos que lleva este nombre y en el edificio Burj Khalifa hasta alcanzar sus 828 metros de altura, no sin el ¡ay! contenido de la madre hasta que el bebé —que sonreía— regresaba a los brazos de papá.



En el último lanzamiento, el padre reconoció que se le fue la mano. Ahora el bebé sonríe desde la Estación Espacial Internacional.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Dos noticias




Recibió dos noticias una buena y una mala. Cuando le llegó la buena noticia su corazón se esponjó, sus pulmones se hincharon y una sensación de bienestar recorrió todo su cuerpo. Apenas extasiado en su estado efusivo por la buena noticia recibió la mala noticia. Todo aquel estado placentero se plegó arrugando su corazón y anegándolo de tristeza. La buena noticia no tenía ningún efecto porque la mala lo anulaba, aunque tampoco podía sentirse triste porque la buena noticia lo alegraba. Por momentos se hundía y se levantaba, sonreía y lloraba, dependiendo qué idea predominara en su mente.

La buena noticia era que no solo había una mala noticia y la mala noticia que no solo había una buena noticia.





domingo, 26 de agosto de 2018

El tótem




Llegó embalado y parecía majestuoso ante la mirada de los niños que en ningún momento se apartaron de él mientras lo ponían en funcionamiento aquellos operarios. Hasta le cantaron a coro canciones infantiles. 

Luego lo adoraron durante un par de horas mientras escuchaban a la madre contar historias de cómo era la vida antes de que existirá aquel artilugio. 

Por fin se abrió la puerta del frigorífico y los niños recibieron un polo de chocolate recién hecho en justa recompensa por su devoción. 



domingo, 19 de agosto de 2018

El telépata




Cansado de discutir aprendió a contestar en silencio a sus interlocutores. Llegó a establecer elaborados diálogos. Nadie comprendía su mutismo. En cambio, él mantenía largas conversaciones interiores que le llevaban a entender cómo eran quienes le rodeaban. Les ofrecía consejos, les consolaba, comprendía más que nadie sus cuitas. De sus labios apenas se escuchaba un sí o un no y su familia preocupada quiso llevarlo hasta un internado de salud mental, pero él, que sabía sus pensamientos, se fugó. Después de hacerse anacoreta fue contratado por una agencia de espionaje.




domingo, 12 de agosto de 2018

Satánico



Cada vez que se extraviaba algún objeto dentro de la casa hacía un nudo en la esquina de un pañuelo. Era un método aprendido de su abuela quien le enseñó cómo encontrar las cosas perdidas. La técnica consistía en atar, de manera simbólica, los testículos al diablo, en un sortilegio para desmontar la conjura de las pérdidas, y no desanudarlo hasta que la cosa extraviada apareciera. 

La frecuencia de los enseres desaparecidos creció con el paso de los días y fue tal su habilidad en hacer ataduras que todas las telas de la casa aparecían anudadas. Al final para no desaparecer ella se ató a sí misma.



martes, 17 de julio de 2018

El escritor encamado



Una larga enfermedad lo había postrado en la cama. Desde allí escribía largos textos sobre su enfermedad y la miseria de una vida enfermiza. En cambio, los textos producidos gozaban de tanta salud y vitalidad que lo convirtieron en un escritor de éxito. Hasta tal punto alcanzó fama que protagonizó un anuncio de colchones.



jueves, 12 de julio de 2018

Charla cotidiana


—Hola. 
—Qué tal —se saludaron frente a una antigua casona. 
—¿Esta no era la casa da Antonio, el viejo mecánico? 
—Sí, vivió aquí hasta que murió su mujer, Ángeles. Después se fue a vivir a casa de una de sus hijas y allí falleció, una lástima. 
—Veo que están reformando la vivienda. 
—Sí, al parecer vendrá a vivir la hija mayor. 
—Es una buena casa. 
—Me tengo que ir. 
—Y yo. 
Se estrecharon las manos antes de marcharse y cada espectro tomó una dirección distinta.



sábado, 23 de junio de 2018

Brujas




Le dijo que aquella era una noche mágica. Lo recordó durante cada segundo transcurrido en la espera: noche mágica. Mientras se asombraba de cómo se había quebrado su fortuna: noche mágica. Lo masticó con el silencio de las palabras que suenan sin pronunciarse: noche mágica. Y con el dolor paralizante de todo lo que no puede ocurrir porque ya ha ocurrido, ni romper el contrato que el destino obliga a rubricar: noche mágica. Un conjuro de lágrimas implosivas prosiguió al anuncio de la megafonía: noche mágica.

martes, 19 de junio de 2018

Turbulenta lectura



«La niña se acercó al hombre que leía en el parque y le dijo: señor no le va a gustar el final de esa novela. Y cómo lo sabes, ¿acaso no eres muy pequeña para haberla leído? —le respondió el hombre algo contrariado—. Es verdad —contestó la pequeña—, pero lo sé porque me escapé de ese libro». 



La lectura de aquel pasaje la inquietó porque había soñado esa escena la noche anterior. Cerró el libro de golpe y lo no volvió a abrir. Al llegar a casa lo guardó en la biblioteca y se puso a escribir lo que le había ocurrido. Comenzó su relato desde su infancia cuando un hombre leía un libro en un parque.

lunes, 18 de junio de 2018

Rutinas



Cada tarde sale a caminar. Es una rutina en la que desde hace años gasta un par de horas diarias. Le hace sentirse bien y le deja pensar. Mientras camina imagina que le crecen unas alas y se siente levitar un palmo sobre el suelo. El tiempo pasa pronto y apenas siente fatiga. Vuelve a casa, mira las zapatillas y entonces recuerda que el vendedor le dijo: usar este calzado es como llevar alas en los pies.

lunes, 11 de junio de 2018

Mensajero



Casi anochecía cuando el repartidor de páginas amarillas, un hombre de presencia casi incorpórea, me entregó su última guía. Entré en casa y al abrirla observé como se borraban todos los nombres hasta quedar en blanco. En la última página descubrí un nombre y una leyenda: el último habitante.



miércoles, 9 de mayo de 2018

Pie de foto




Alfredo había fotografiado, con su flamante cámara digital, cada segundo del tiempo de su existencia, cada detalle circundante durante los tres últimos días. Sus ojos no veían otra realidad que la revelada por el objetivo de su nuevo juguetito. Pero todo se precipitó la mañana que un aullido de su esposa le hizo salir del aislamiento fotográfico. Corrió hacia el cuarto de baño desde donde ella lo requería horrorizada. 

—Mira un alien —le dijo. Alfredo sonrió. 

—No es más que un insecto. Algo extraño, eso sí —le respondió. 

—Pero se parece a alien. 

—Las películas de ciencia-ficción copian el diseño de sus monstruos tras observar el mundo de los bichos —le detalló para sosegarla—. No te muevas que no se espante. Voy a por la cámara. 

—Eso, lo único que te importa ahora es hacer fotos. 

Alfredo volvió en un periquete y enfocó al extraño animal con su aparato de millones de megapixeles. Hizo un primer disparo y saltó el flash. Ocurrió entonces algo insospechado. Cuando el bicho recibió la luz de repente duplicó su tamaño. Se hizo mayor y cambió su forma. 

—Oh! –exclamó. 

—Arrrggg! —gritó ella con asco. 

—Eso debe ser porque la luz aumenta la velocidad de duplicación celular —definió para apaciguarla. Existen microorganismos que al percibir un aumento de temperatura aceleran su cinética de crecimiento y que además sea fotosensible. 

Ante tal maravilla, Alfredo volvió a clicar. El insecto dobló su volumen y adoptó una nueva figura. Alfredo, perplejo y boquiabierto, separó la máquina de su rostro para ver el prodigioso acontecimiento. Su compañera corrió lejos del cuarto de baño para llamar al servicio de emergencias. 

El asombro obligó al índice de Alfredo a disparar continuamente. A cada clic una nueva figura y un ser más colosal. 

Al día siguiente fue portada de todos los diarios nacionales. Una foto retrataba una boca gigantesca y una negritud inmensa. Al pie se podía leer ‘La última foto de Alfredo’. En el interior todo el reportaje.

 


domingo, 11 de marzo de 2018

El impostor


La limpieza de enseres domésticos que resultan inservibles siempre me ha resultado tediosa, pero ahora se ha convertido en una excitante experiencia, a pesar de tener que desplazarme a las afueras de la ciudad. Desde hace unos meses disfruto de un intenso trajín y no paro de llevar todo tipo de bártulos, viejos electrodomésticos, paraguas, bombillas, vajilla y cristalería, prendas de abrigo y papelería. Todo lo que resulta superfluo.

Mi casa cada día está más vacía. La desnudez de las paredes tras desprenderme de las cortinas y de todos los cuadros que han resultado damnificados, amplifica cada pequeño ruido proyectando su resonancia.

En el armario quedan apenas unas pocas mudas y lo más beneficiado hasta el momento ha sido la biblioteca, aunque parte de ella, en especial los superventas, los libros de ciencias ocultas, y los de autores como Javier Marías, Arturo Pérez-Reverte, Lucía Etxebarría, Vázquez Figueroa, Antonio Gala, Terenci Moix, José Manuel de Prada y Sánchez-Dragó o Almudena Grandes, han desaparecido. También los coleccionables han volado.

La primera vez que acudí al ‘Punto Limpio’ me encontré un operario de mediana estatura y rostro tostado por el sol, que me atendió con una media sonrisa. Después de preguntarme por el depósito de objetos que iba a realizar, requirió mi nombre. Un resplandor iluminó mi mente en ese instante. «Juan Rulfo», le contesté sin pensar. «Gracias», me dijo.

Durante unos minutos me sentí la persona más ufana del planeta. Sobre mí soporté todo el prestigio y la genialidad del escritor mejicano, mientras miraba en el horizonte el mestizaje de la luz en la tarde que moría sintiéndome medio extasiado. Alguien me otorgó el don de apreciarme afortunado y encarnar a un personaje admirado.

La experiencia resultó tan narcótica que comencé a planear la próxima personalidad literaria que me gustaría representar. Antes observé los turnos de los encargados de aquel servicio para no coincidir frecuentemente con alguno de ellos.

«Buenas, qué va a depositar», me preguntó una joven empleada de cabello rubio que lo dejaba caer en forma de cola por detrás de su gorra. Tras mi explicación, llegó la gran pregunta: «¿Nombre?». Cogiendo aire para llenar mis pulmones contesté: «Antonio Machado». Y me dio las gracias. Sentirme tan especial me mantuvo en una nube durante horas.

Y la adicción continuó con Rafael Sánchez Ferlosio‎, Federico García Lorca, Ramón María del Valle Inclán, Luis Cernuda, Miguel de Cervantes, Ángel González, Luis Martín-Santos, …


A día de hoy vivo entre paredes desnudas y sin poseer apenas bienes, pero soy alguien feliz con personalidad múltiple.

domingo, 25 de febrero de 2018

Altos vuelos






La madre se lo tenía dicho, que no jugara con el niño. El padre siempre hizo caso omiso. Al principio sujetaba al bebé con sus largos brazos y lo subía a la altura hasta donde podía extenderlos. Después comenzó a lanzarlo por el aire hasta la altura del techo de la casa y el bebé sonreía.

Para no desentonar con lanzamientos anteriores, en la calle lo soltaba con fuerza hasta la altura de la farola y así prosiguió hasta alcanzar el tejado de la casa. El bebé sonería.

Ante la protesta de la madre viajó hasta Italia y lo proyectó hasta la altura de la torre de Pisa y cuando cayó lo recogió con certera precisión y seguridad. Repitió su proeza en París, ante la torre Eiffel, en Shanghái junto al rascacielos que lleva este nombre y en el edificio Burj Khalifa hasta alcanzar sus 828 metros de altura, no sin el ay contenido de la madre hasta que el bebé —que sonreía— regresaba a los brazos de papá.

En el último lanzamiento, el padre reconoció que se le fue la mano. Ahora el bebé sonríe desde la Estación Espacial Internacional.

martes, 13 de febrero de 2018

Historia de un corazón vidriado


El corazón es como un vidrio puro –me dijo-. La primera vez que un desamor rompe el cristal, la fractura parece irreparable. El tiempo la une pero la cicatriz permanece indeleble. Después llegan más amores que lo agrietan de nuevo. Nuevas fisuras que con paciencia es necesario volver a soldar.

Así aquel espejo bruñido y de una pieza es, al final, igual que un diamante con muchas caras. Y cada una refleja el destello de los amores vividos por ese corazón.

Sensibilidad

El pianista se lesionó los dedos a propósito. Quería sentir en cada tecla que pulsara belleza y dolor. Brotaron entonces las notas teñidas d...