domingo, 27 de marzo de 2022

Productora



Valeria, joven enamorada, estaba haciendo tiempo sentada en un banco del parque mientras llegaba su cita que tardaba en llegar. Ante tal dilación se puso a fabricar minutos antes del encuentro con su impuntual amante.



domingo, 20 de marzo de 2022

Amor ‘fou’





En el hormiguero hay una pareja que hace el amor todas las tardes después de ducharse. Primero se lava él y a continuación lo hace ella que es quien limpia la ducha. Es una hormiguita que pasa desapercibida en la inmensidad de la urbe mirmecológica pero llena de encanto y con una bonita sonrisa. Su belleza es hiriente y refinada. Le declararía mi amor si no fuera entomólogo.

domingo, 13 de marzo de 2022

Vagabunda



Alma llegó una mañana cálida de invierno después de viajar por medio continente huyendo, como ave, del frío ártico. Cargada de enseres y zarrapastrosa aterrizó a la placidez hiemal de aquella plaza del sur, llena de verdes y ocres, protegida de los vientos por elevados edificios, con una docena de bancos distribuidos en su perímetro circunvalando un monumento ubicada en el espacio central. 

La mujer miró aquella mole de piedra y acero levantada en honor a las personas errantes y comprendió que ese era su sitio. Lo celebró bebiendo a morro media botella de vodka. 

Al principio su estancia en la plazoleta fue una anécdota referida solo en el vecindario similar a la de otras gentes que pululaban por el lugar, paraban unas horas y dejaban papelitos con mensajes en la enorme pieza escultórica. 

En el caso de Alma, a medida que el fenómeno avanzó, el problema alcanzó niveles épicos de epopeya urbana y la situación despertó el interés de gran parte de la sociedad poco acostumbrada a ese tipo de espectáculo, mientras la nómada seguía cantando a las tres de la madrugada, orinando en el basamento monumental o llamando la atención a todo el que pasaba por su órbita, en especial los gobernantes, autoridades policiales o cualquier otra persona con ostensión de poder. 

La junto local de seguridad se reunió para aportar soluciones a tan desdichado suceso, mientras Alma se acogía al derecho constitucional del deambular libremente por los espacios públicos, algo que ningún juez podía dictaminar en su contra. 

Un funcionario tuvo la feliz idea para acabar con tan infortunado acontecimiento de eliminar los asientos de la plazuela para que no pudiera dormir en ellos. La mendiga, entonces resolvió cabecear y refugiarse en la arboleda, por lo que zanjaron que los arboles fueran cortados. 

Alma decidió, ante eso, pernoctar en el escultórico homenaje a los peregrinantes lo que provocó que, a los pocos días, también fue retirada toda la estructura de hierros y hormigón, a la espera de una reposición en fechas más propicias. 

La mendicante, impertérrita, se guareció en los soportales de las construcciones que decidieron derribar ante su persistente presencia. 

Sobre las baldosas del suelo dormía Alma que comprobaba como, con cada despertar, había menos losetas, provocando la desaparición paulatina de la zona que pasó a ser solamente un recuerdo en la memoria colectiva de la ciudad. 

Y, a día de hoy, allí continúa Alma, robusta y llena de corporeidad, con sus cacharros y su casa caracol edificada con cartones, igual que un oso polar en la inmensidad de la nada blanca.



domingo, 6 de marzo de 2022

La muerte del lector



Al escritor Alfredo Padruelo se le murió el único lector que lo leía. Entristecido siguió escribiendo libros y ya, inapetente, anotó obras sin texto llenas de palabras sordas, mudas, apáticas, inapetentes, luctuosas, que nadaban en la orfandad. Fue entonces que imaginó una gran epopeya donde poder contar las heroicidades de su impar leyente. Trazó entonces la figura de un héroe a modo de Ulises que, cruzando un piélago de letras, se aventuró en bibliotecas borgianas, combatiendo las malas creaciones y los poetas petimetres, los folletines románticos, la cascarria de la novela negra, todo el insoportable ruido editorial, destruyendo a su paso los nuevos libros de caballería, esa insufrible saga de fantasía infantiloide y el infumable tostón de los superventas. Al final tuvo que asesinarlo con un Telégono cualquiera porque amenazaba con destruir la obra del propio Padruelo.



Un tiempo único

    Nauplio Fernández observó, al despertar, que no se había movido de la cama en toda la noche. Entonces una idea iluminó su cerebro: e...