domingo, 29 de agosto de 2021

Corazón parado



Al despertar le dijeron que su corazón había dejado de latir. Algo inédito para él, un ser infatigable permanentemente activo. Al abrir los ojos observó un paisaje aséptico de objetos verdes, grises y blancos despersonalizados. «Un corazón late de media unas setenta veces y bombea cinco litros de sangre por minuto y al pararse, la sangre de los pies tarda bastante en subir a la cabeza». Los médicos habían practicado una incisión en su pecho para colocar un stent, una especie de muelle que volvía el corazón más mecánico y metalizaba los sentimientos. «Si mi corazón se detuvo durante un rato ha cesado de sentir y de amar y de afligirse y de exaltarse y de acelerase y de amustiarse». Su vida tras la angioplastia discurriría por la vía de la tristeza y el miedo a coger velocidad. Parecía que el mundo fuera más estrecho y los problemas más superfluos. Ahora vivía con un corazón anómalo.



domingo, 22 de agosto de 2021

Prospecciones



Alguien dijo es un obús. Los niños habían estado jugando en el huerto a desenterrar vestigios del pasado, eran arqueólogos en busca de tesoros perdidos, así que removieron piedras y montones de tierra hasta toparse con aquel artefacto.

La palabra obús estalló en los oídos de todos los mayores que, raudos, acudieron a presenciar el hallazgo. Entonces, hubo quien opinó que se trataba de una bomba. La tensión subió por momentos, las madres retiraron a sus hijos del escenario y algunos pensaron que habría que llamar a los artificieros para que desactivaran el proyectil. No faltó quien, a riesgo de perder su vida, se acercó para sacar una foto con el móvil.

En mitad del revuelo, la misma voz gritó: ¡No corráis! ¡Es una bomba hidráulica!



domingo, 15 de agosto de 2021

Mialgia



El dolor llama a mi puerta y aunque no le abro, entra y lo ocupa todo. Me vence, me vuelve contra mí y me hace otro. No me suelta ni un instante, agazapado dentro, invisible, secreto. Termina con la lucidez física y hace que me arrastre por los pasillos del miedo y la preocupación. Vuelve rígido el pensamiento y lo fija en una única dirección que no parece tener alcance. Es una habitación vacía, una fuente sin agua, un pensar en la nada, la caída sin fondo, el reloj ciego, la afónica palabra, es un arder sin fuego, la noche sin silencio, el tuétano hueco. Entonces la vida sobrevive en la angostura, en el deceso de la paz, en el solitario deseo de acabar.



domingo, 8 de agosto de 2021

Inédito

 

Rebuscando en una de esas librerías de viejo que gustaba frecuentar, encontró un libro extraño, las tapas sin titular en cuero gastado y que, al mirar en su interior, pudo ojear: 


«nunca leerás dos veces el mismo texto». Tal fue la emoción por el hallazgo que pagó apresuradamente y corrió a casa para, una vez pertrechado en el sofá, sumergirse en una lectura que, intuía, sería maravillosa. 

Lo abrió al azar hacia la mitad del tomo y comenzó a leer con la sensación de que estaba ante un texto de virginidad lectora. Tal fue la subida de adrenalina que lo cerró de golpe, no sin antes poner la cinta marca páginas. 

Aquel éxtasis lo hizo volver al libro por donde lo cerró esperando continuar con la lectura iniciada, algo que le fue imposible porque la entrada que se mostraba antes sus ojos no era la que con anterioridad observó. Asombrado y sin entender qué pasaba salió de la semi penumbra del cuarto al balcón para contemplar a la luz aquel prodigio donde cada página leída, era arrancada por el viento que la volaba lejos hasta desaparecer, aunque el volumen seguía teniendo igual número de hojas. Autores ignorados por la Historia de la Literatura, conocimientos nunca revelados, fórmulas para problemas matemáticos irresolutos, diagnósticos infalibles para enfermedades incurables, hasta el desmenuzamiento de la paradoja de la mecánica cuántica o la resolución del teorema de la imposibilidad. 

Sintió entonces un vértigo que le hizo tambalearse y después un repelús. Recordó que la chimenea estaba encendida y, sin pensarlo mucho, lanzó el ejemplar al fuego. De su ignición se elevaron unas bonitas volutas de sabiduría.

 


domingo, 1 de agosto de 2021

Impuntuales







Cuando la novia llegó al lugar acordado para la ceremonia, testada por una diadema de horquillas florales sobre su melena recogida y ceñida en un traje de albura perfecta, el recinto permanecía vacío. Desconcertada, miró primero el reloj y, de inmediato, volvió sus ojos hacia el padrino, quien se encogió de hombros mientras ponía cara de interrogación. Entallada en un largo vestido con escote palabra de honor y un sobrehilado de encaje, allí se encontraba ella peripuesta y sin nadie. 

Todo preparado para la celebración: la pérgola de colores brillantes de la que colgaban guirnaldas de tela en franjas de oro metálico y violeta eléctrico; las sillas en formación espacial simétrica; el atril solemne de los discursos sentimentales y hueros; el fondo marino con un mar de azul digital y un cielo celeste metalizado; hasta una metástasis de felicidad se había expandido por el aire. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaban todos los invitados? Entonces sonó el teléfono móvil y un coro de voces, al otro lado, gritaron por el manos-libres: ¡Eres la primera novia que no llega la última a su boda!



Un tiempo único

    Nauplio Fernández observó, al despertar, que no se había movido de la cama en toda la noche. Entonces una idea iluminó su cerebro: e...