domingo, 25 de febrero de 2018

Altos vuelos






La madre se lo tenía dicho, que no jugara con el niño. El padre siempre hizo caso omiso. Al principio sujetaba al bebé con sus largos brazos y lo subía a la altura hasta donde podía extenderlos. Después comenzó a lanzarlo por el aire hasta la altura del techo de la casa y el bebé sonreía.

Para no desentonar con lanzamientos anteriores, en la calle lo soltaba con fuerza hasta la altura de la farola y así prosiguió hasta alcanzar el tejado de la casa. El bebé sonería.

Ante la protesta de la madre viajó hasta Italia y lo proyectó hasta la altura de la torre de Pisa y cuando cayó lo recogió con certera precisión y seguridad. Repitió su proeza en París, ante la torre Eiffel, en Shanghái junto al rascacielos que lleva este nombre y en el edificio Burj Khalifa hasta alcanzar sus 828 metros de altura, no sin el ay contenido de la madre hasta que el bebé —que sonreía— regresaba a los brazos de papá.

En el último lanzamiento, el padre reconoció que se le fue la mano. Ahora el bebé sonríe desde la Estación Espacial Internacional.

martes, 13 de febrero de 2018

Historia de un corazón vidriado


El corazón es como un vidrio puro –me dijo-. La primera vez que un desamor rompe el cristal, la fractura parece irreparable. El tiempo la une pero la cicatriz permanece indeleble. Después llegan más amores que lo agrietan de nuevo. Nuevas fisuras que con paciencia es necesario volver a soldar.

Así aquel espejo bruñido y de una pieza es, al final, igual que un diamante con muchas caras. Y cada una refleja el destello de los amores vividos por ese corazón.

Desconocimientos

«Tú no sabes lo feliz que soy amándote, aunque tú lo ignores». Las palabras resonaron en la mente de Ana mientras observaba a Marcos desde l...