domingo, 22 de junio de 2025

Cirugía


—Ay, ay —el paciente no paraba de quejarse.
—Ya no le dolerá más —dijo el médico mientras le extirpaba las interjecciones.

Con precisión casi poética, extrajo también algunos “uff”, un “ouch” bien enquistado en el paladar, y un par de “¡ay madre mía!” alojados entre costillas. El quirófano quedó en silencio.

—Listo —anunció el cirujano, quitándose los guantes—. Ahora podrá contar su dolor sin gritarlo.

El paciente intentó hablar.

—Me siento… extraño.
—Es normal. Le hemos dejado intactas las metáforas y una hipérbole por si necesita dramatizar con elegancia.

Y con una sonrisa anestesiada, lo enviaron a recuperación: una sala llena de puntos suspensivos.

domingo, 15 de junio de 2025

Lujuria


A fin de cuentas, él era un hombre lobo y ella una joven desnuda bajo una caperuza roja.

El bosque no ofrecía escondites ni juicios, solo el crujir de hojas húmedas y el susurro de ramas cómplices. Ella no tembló cuando él gruñó; al contrario, sonrió.

—¿Vienes a devorarme, lobo?
—Eso depende —contestó, jadeando—. ¿Vienes a perderte?

Ella soltó la cesta, rebosante de frutas prohibidas y secretos. Él se acercó, sin prisa, olfateando no el miedo, sino el deseo. La luna, testigo impasible, ascendía lentamente.

Y cuando al fin se encontraron en mitad del claro, no hubo cuento ni moraleja. Solo un instinto ancestral: el hambre de lo salvaje y la entrega al bosque, rojo y vivo.


domingo, 8 de junio de 2025

Negado


Tenía muchos pájaros en la cabeza y ninguno volaba.

Algunos piaban ideas rotas, otros chocaban contra las paredes de su cráneo como sueños sin alas.

Probó abrir una ventana. Solo entró más viento.

Entonces entendió: no era cuestión de plumas, sino de miedo. Así que cerró los ojos, pensó en cielo… y por fin, uno despegó.



domingo, 1 de junio de 2025

Infantilidad


El pequeño Borges pasó junto al espejo y se descubrió frente a un hombre ciego.

Parpadeó, pero el reflejo no imitó su gesto. En su lugar, el hombre alzó un libro invisible y murmuró palabras que el niño aún no conocía.

—¿Quién eres? —preguntó Borges, curioso.
—Soy lo que leerás cuando crezcas —respondió el reflejo—. Y lo que olvidarás cuando escribas.

El niño dio un paso atrás. El espejo se volvió opaco. Desde entonces, Borges jugó menos con los soldaditos y más con las palabras.



Cirugía

—Ay, ay —el paciente no paraba de quejarse. —Ya no le dolerá más —dijo el médico mientras le extirpaba las interjecciones. Con precisión cas...