domingo, 25 de mayo de 2025

Vendedor ambulante




En la confluencia de las calles de Saint-Denis y Etienne Marcel de París, un hombre ciego vende relojes con la esfera vacía. Cuando le preguntan por qué los relojes no tienen números ni manecillas contesta que porque el tiempo es como un espejo sin fondo.

Algunos turistas compran por curiosidad, otros por lástima. Pero hay quienes, tras mirarlos fijamente, aseguran haber visto en ellos reflejos que no eran los suyos. Un niño que aún no ha nacido, una anciana idéntica a sí misma, una promesa olvidada.

—¿Y usted cómo sabe todo eso si no puede ver? —le pregunta una mujer temblorosa.

El hombre sonríe, señalando su pecho.

—Porque no es con los ojos con lo que uno mira el tiempo.

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