domingo, 2 de enero de 2022

Cuento chino



Mientras mamá preparaba el flan yo miraba con atención el colorista dibujo del mandarín y su coleta de tamaño colosal, como cantaba el coro infantil en el anuncio de la radio. Me imaginaba la vida de aquel hombre sonriente llevando el exquisito y tembloroso postre a sus hijos, igual de amarillos que él, viviendo tras la gran muralla vestido con su chaqueta de seda roja. Si los chinos tenían los ojos cerrados era porque estaban estreñidos, según contaba tía Carmelina de comer tanto arroz, más ese mandarín llevaba un dulce a su familia que debía ser numerosa, porque los chinos eran muchos, más de mil millones según mi hermano mayor. Creo que me gustaba el flan por las dulces historias que sospechaba en cada cucharada.



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