domingo, 10 de octubre de 2021

El viejo maestro



El cadáver se incorporó del féretro donde había sido alojado y con voz grave, ante la mirada de asombro de quienes asistían al velatorio, les dijo: 

«No os asustéis, sigo muerto. Solo he vuelto un momento para escribir mi obituario. No me fío para nada de los plumillas que están en esta sala fingiendo que me conocían a fondo y le importaba lo que hacía. Cuando mi cuerpo esté acartonado y os disputéis el mérito de contar lo que conmigo habéis compartido os citaré el Eclesiastés: ¡Oh vanidad de vanidades, todo es vanidad! Porque fui un vanidoso y no honesto conmigo y por ello busqué fama y adulación, allí donde los mediocres me esperaban para pasarme la mano por el lomo y obtener rédito social, porque por cada paso dado hice de mi vida un acontecimiento llamativo y sonoro, un permanente reclamo de reverencias, mientras os miraba como culebreabais entre mis pies. ¡Moscas empalagosas, ni una letra escribáis sobre mí!». 

Dicho lo cual, el muerto murió de nuevo, tan petimetre como siempre y sin despeinarse.



1 comentario:

  1. Si un muerto se levanta frente a mí para citarme el Eclesiastés ten por seguro de que no me van a dar los pies para salir corriendo de allí.

    Saludos,
    J.

    ResponderEliminar

Helena ha dejado el grupo

En el WhatsApp se podía leer el mensaje sucinto: Helena ha dejado el grupo. —¿Por qué se ha ido Helena? —preguntó Héctor. —No lo sé, pero ...