domingo, 26 de septiembre de 2021

El jardín secreto



Cuentan de un hombre extravagante que cultivó un luminoso jardín lleno de las más maravillosas y exóticas plantas, nunca contempladas por ojos humanos. En su vergel creció la flor del sonido que en su ulular imitaba el llanto nocturno de un niño; la flor abanico, abierta al soplo del viento ábrego; la flor del gato de largos bigotes y espinadas garras; la flor de la pituitaria que mezclaba todos los aromas agradables; la flor del beso que daba amor sin fin; la flor linterna de iridiscencias lunares; la flor de porcelana, quebradiza a la mirada; la flor garza primorosa y alada; la flor de jade hecha del mineral de las palabras; la flor leona que rugía sus colores; nenúfares aéreos flotando como nubes; orquídeas murciélago que vampirizaban la luz; la flor de la escritura, reflejo de todos los libros leídos; flores cuánticas con pétalos cúbit; y la flor de la imaginación, capaz de ser presenciada de infinitas maneras. Cierto día cuando nació la flor de la muerte, murió y con él toda esa belleza, al ser su última voluntad el sellado y desmemoria del lugar. 

Ocurrió entonces un final sobrevenido a esta leyenda porque su mejor amigo, a semejanza de lo que sucediera con Kafka, traicionó su petición y no echó al fuego la llave del jardín cuya hermosura puede ser admirada por cuantas personas sientan curiosidad y gusto floral.



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