—Hola.
—Qué tal —se saludaron frente a una antigua casona.
—¿Esta no era la casa da Antonio, el viejo mecánico?
—Sí, vivió aquí hasta que murió su mujer, Ángeles. Después se fue marchó a casa de una de sus hijas y allí falleció, una lástima.
—Veo que están reformando la vivienda.
—Sí, al parecer vendrá a vivir el hijo mayor.
—Es una buena casa.
—Me tengo que ir.
—Y yo.
Se estrecharon las manos antes de marcharse y cada espectro tomó una dirección distinta.
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