«La niña se acercó al hombre que
leía en el parque y le dijo: señor no le va a gustar el final de esa novela. Y
cómo lo sabes, ¿acaso no eres muy pequeña para haberla leído? —le respondió el
hombre algo contrariado—. Es verdad —contestó la pequeña—, pero lo sé porque me
escapé de ese libro».
La lectura de aquel pasaje la
inquietó porque había soñado esa escena la noche anterior. Cerró el libro de
golpe y lo no volvió a abrir. Al llegar a casa lo guardó en la biblioteca y se
puso a escribir lo que le había ocurrido. Comenzó su relato desde su infancia
cuando un hombre leía un libro en un parque.
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