domingo, 6 de enero de 2019

Mucho rímel

Sintió como su mirada le entraba dentro hasta herirlo, como sus ojos lo desnudaban hasta exponerlo indefenso. Parecía como si un millón de agujas le hubieran penetrado cada poro de su piel. Apenas podía balbucir una palabra porque aquella que 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘵𝘦𝘮𝘣𝘭𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘤𝘭𝘢𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 lo había desarmado y sentía como se hundía hasta naufragar. El parpadeo de sus pestañas, como el batir de alas de una mariposa, le hizo salir del mal trago. Había mucho rímel. «Me pones un cubata».

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un tiempo único

    Nauplio Fernández observó, al despertar, que no se había movido de la cama en toda la noche. Entonces una idea iluminó su cerebro: e...