domingo, 8 de octubre de 2017

Hambre de letras




Había oído historias de pequeño sobre la voracidad de algunos animales, sobre las tragaderas de las plantas carnívoras que se podían almorzar una vaca si les cabía en la boca, y sobre otros seres menos reales, inventados en las fábulas literarias, capaces de devorar una región entera del universo. En el Horóscopo Chino a la personalidad del Perro se le recrimina su insaciable apetito, y los agujeros negros son los entes más glotones que se conocen en el Universo. Existe también la llamada hambre canina que asegura una continua superalimentación que repite, sin pausa, desayunos, almuerzos, meriendas y cenas, en un ciclo infernal hasta que el enfermo muere por artrosis en los huesos maxilares. Hay incluso quien come más que una lima. Pero jamás en los tratados de Historia Natural se había diagnosticado una enfermedad tal como la descrita como Hambre de Letras. Aquel hombre llevaba escritas sin poder parar, tan si quiera a dormir, treinta millones de páginas escritas.

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