miércoles, 6 de septiembre de 2017

Dadivosidad



Cada vez que pasaba por aquella boca de metro escupía en el sombrero vacío del pedigüeño. Harto el mendigo de ver el gesto repetido, un día le preguntó por qué lo hacía. «Yo al menos te regalo mi desprecio, el resto nada».

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Gatillazos

Era una escritora cruel que mataba a todos sus amates fallidos.