domingo, 26 de mayo de 2024
Cuentos de hoy día
Los cuentos modernos no tienen terapia contra la narrativa que describen. No son como aquellos otros que contenían una enseñanza o moraleja. Sus personajes hoy son seres atribulados en un mar de confusión, desgarro y supervivencia. Los interpretan quienes encuentran en el final la solución de su historia. Le ocurre al protagonista de este cuento quien lleva negándose a ser sí mismo desde que era un joven estudiante de Medicina. Entonces se propuso como reto personal sacarse una carrera pero desde que comenzó sabía que él no curaría a nadie, que todo lo que hiciera como galeno no serviría para sanar a los pacientes y que no valdría la pena ejercer su profesión. Y así estuvo dedicado a la práctica médica durante décadas hasta que empezó a ser tratado por sus colegas bajo el síndrome de no quiero ser yo mismo porque niego lo que soy y quién soy. No importaba la vida que había vivido, ni sus tres maravillosas hijas, ni sus nietas, ni el largo pacienciario de su compañera. Sabía que la vida era un absurdo dentro de un absurdo y que su conciencia era el soporte de esa aberración existencial. Ni sufro ni padezco, solía señalar a quienes lo interpelaban. Desanclarlo de donde estaba era inverosímil para todas las personas que acudían en su ayuda, en las que estaba incluido él. Su negación era la afirmación que lo negaba y lo hacía navegar sonámbulo por los días. Seguramente morirá de viejo y no de incertidumbre y, por ello, cuando se sitúa frente a él, es como la imagen depositada en la capa de plata del espejo donde se observa un cuerpo encarcelado semejante al suyo, imposible de sacarlo de ahí si no es rompiendo la estructura silicatosa.
domingo, 19 de mayo de 2024
Relaciones laborales
Tengo la fortuna de tener un jefe excepcional, que se desvive por nosotros y nos tiende la mano en todo momento. Es el alma de nuestra sección, formada por una docena de empleados. Jamás nos alza la voz, pero en ocasiones debe acatar decisiones drásticas, que contrarían sus sentimientos hacia nosotros y su criterio sobre lo que sería equitativo. Nuestro jefe nos confiesa que su superiora no es una villana, sino más bien todo lo contrario. Mantienen una excelente relación y comparten pasión por el deporte, del que conversan y se narran peripecias. El inconveniente es que ella cumple órdenes de arriba y tiene que ajustarles el cinturón, no por placer, sino por obligación. En realidad, los jefes de cada planta tampoco son perversos, según me han comentado algunos colegas. Solo procuran desempeñar su labor y congraciarse con el jefe de la multinacional. Dicen que, aunque duro, es un tipo con cierto gracejo que se relaciona bien con los responsables de planta. Lo que ocurre es que la empresa pertenece a un grupo multinacional con ambiciones desmedidas. Imagino que los consejeros de ese grupo son personas corrientes, con sus familias y sus afectos, que dan órdenes pensando en el bien general, aunque ellos se lleven la mayor tajada. Al final deducimos que el responsable de las horas extras mal remuneradas y las jornadas extenuantes es Dios, jefe supremo de todos los jefes. Es por ello que ahora estoy pensando en hacerme ateo.
domingo, 12 de mayo de 2024
Textos escogidos
Chuang
Tse pensó dentro de mi cabeza: no sé por
qué soy como soy. Y el mundo giró en torno a mí delicadamente. Adiviné que
era sabio, pero no uno cualquiera sino aquel que debería desentrañar mis
entrañas. Empecé entonces a considerar mi inutilidad aquiescente, desde que mi
padre me dijo que no servía para nada, como una potencia del infinito. Asumí los
peligros del conocimiento, no como un temor, sí, acaso, como un vértigo
cervical de ser ante la cantidad de ausencia que concentra el Universo, y
concebir que el amor es el grosor del vacío. La perfección está en adaptarse a todo con ligero corazón,
manifestó Chuang en mi entender, ante lo espinoso de aceptar el destino de
manera natural, ingenua y espontánea, hasta ser aquel que con inocencia viene y con sencillez se va. Y en este
camino volátil y mudable, desaprender para no seguir ningún patrón porque la vida es cosa prestada.
domingo, 5 de mayo de 2024
Helena ha dejado el grupo
En el WhatsApp se podía leer el mensaje sucinto: Helena ha dejado el grupo.
—¿Por qué se ha ido Helena? —preguntó Héctor.
—No lo sé, pero seguro que le habéis dicho algo malintencionado, porque os conozco —escribió Penélope.
—Bueno ya sabéis lo voluble que es Helena. No le daría mayor importancia, mañana pedirá que la volvamos a meter —medió Paris.
—Lo último que apuntó es que estaba amurallada en este grupo —recordó Penélope.
—¿Amurallada? ¿Eso qué es? — interpeló Briseida.
—Pues que se siente atrapada, incomprendida, juzgada, lo de siempre —respondió Ifigenia.
—No seas así. Helena tiene sus problemas y a veces necesita desahogarse —intentó suavizar Menelao.
—Pues que se desahogue con un psicólogo, no con nosotros. Que ya estamos hartos de sus dramas y sus quejas —replicó Ulises.
—Bueno, no os peleéis por esto. Lo mejor será que alguien hable con Helena y le pregunte qué le pasa. ¿Alguien se ofrece? —propuso Tetis.
—Yo no, desde luego. Ya tuve bastante la última vez que intenté consolarla y me soltó una sarta de reproches —dijo Eudoro.
—Ni yo. No tengo ni idea de cómo tratar con ella. Siempre se enfada por cualquier cosa —añadió Criseida.
—Vale, pues me toca a mí. A ver si consigo que me explique qué le ha molestado tanto como para dejar el grupo —se ofreció Casandra.
—Suerte con eso. Ya nos contarás qué te dice —deseó Glauco.
—Y no te dejes manipular por sus lágrimas de cocodrilo —advirtió Hécuba.
—¿Cómo os pasáis con la pobre Helena? —sentenció Briseida.
—Esto va a terminar peor que la guerra de Troya —se mofó Aquiles.
Gatillazos
Era una escritora cruel que mataba a todos sus amates fallidos.
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El pianista se lesionó los dedos a propósito. Quería sentir en cada tecla que pulsara belleza y dolor. Brotaron entonces las notas teñidas d...
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«Tú no sabes lo feliz que soy amándote, aunque tú lo ignores». Las palabras resonaron en la mente de Ana mientras observaba a Marcos desde l...