domingo, 28 de diciembre de 2025
Ejemplar único
domingo, 21 de diciembre de 2025
Ficción súbita
domingo, 14 de diciembre de 2025
El misterio chino
domingo, 7 de diciembre de 2025
Viaje interior
En el tiempo que recorre las venas de la ciudad hay un líquido acuoso para los supervivientes, aquellos que pululan por los márgenes difusos.
Lo beben en dosis pequeñas, casi rituales, como si ese fluido transparente pudiera recordarles quiénes fueron antes de convertirse en sombras urbanas. Dicen que, al cerrar los ojos, el líquido proyecta paisajes que ya no existen iguales a ríos sin cemento, árboles que no sabían de cables eléctricos, cielos no rasgados por antenas y donde cada trago es un regreso breve a un lugar imposible, un viaje interior hacia lo perdido.
Pero al abrir los ojos, la ciudad sigue allí siempre vasta, extensamente exhausta, latiendo a un ritmo que devora a los que se detienen demasiado, y por eso los supervivientes siguen avanzando por los bordes, aferrados a ese líquido que no alimenta el cuerpo, sino la memoria.
Y aunque nadie lo admite, todos temen el día en que la última gota se evapore, porque entonces, sin viaje interior, la ciudad sería solo superficie y ellos, nada más que ruido.
domingo, 30 de noviembre de 2025
Finanzas
domingo, 23 de noviembre de 2025
Nostálgicos
domingo, 16 de noviembre de 2025
Metido en el charco
domingo, 9 de noviembre de 2025
Invasiones
domingo, 2 de noviembre de 2025
La novela de su vida
domingo, 26 de octubre de 2025
Llegadas
domingo, 19 de octubre de 2025
Al otro lado de la calle
domingo, 12 de octubre de 2025
La borrasca
Aquella mañana vio cómo por el ojo del huracán subían al cielo las vacas que pastaban junto al arrozal. Al atardecer comenzó a llover arroz con leche. Los niños corrían con cuencos en las manos, celebrando el milagro. Los mayores, en cambio, temblaban: sabían que cada prodigio lleva escondido un precio. Esa noche, mientras las estrellas parecían espolvoreadas de azúcar, alguien preguntó en voz baja qué pasaría cuando el cielo decidiera devolver las vacas.
domingo, 5 de octubre de 2025
La biblioteca anónima
domingo, 28 de septiembre de 2025
Plagio
Fiel a su estilo creativo no hizo otra cosa que copiarse a sí mismo. Y fue denunciado por la sociedad de autores. El juicio fue breve. El perito literario presentó pruebas irrefutables: metáforas calcadas, personajes idénticos disfrazados con otros nombres, finales reciclados con apenas un giro de tuerca.
—Usted no evoluciona, repite —dictaminó el juez, golpeando el mazo con tono de sentencia.
Lo condenaron a escribir algo nuevo. Sin ecos, sin homenajes, sin sombras del pasado. A la semana, desapareció. Algunos dicen que vive entre notas a pie de página de sus viejas novelas, buscando una idea que no le pertenezca.
domingo, 21 de septiembre de 2025
Cervantina
Cuando despertó, don Quijote todavía estaba allí. Sentado al
borde del lecho, con lanza en astillero y adarga antigua, repasaba con gravedad
un soneto mal rimado que decía haber escrito a Dulcinea en sueños.
—Señor Alonso —balbuceó Cervantes—, ¿no os habíais ido con
la cordura?
—¿Y qué gana un caballero con ella? —replicó el hidalgo—. He
vuelto, porque el mundo aún requiere locura justa y molinos que recordar.
Fue entonces que, el Caballero de la Triste Figura, a lomos
de un dinosaurio, se alejó de allí, no sin antes obsequiarle con una pluma para
que, con su único brazo útil, comenzara a escribir.
domingo, 14 de septiembre de 2025
Cambio de hora
Cuando adelantó el reloj se le movió la vida y supo entonces que estaba muerto en esa hora.
A las dos fue padre, a las tres viudo, a las cuatro sospechosamente feliz. Descubrió que cada minuto nuevo era un universo descartado.
Decidió no tocar más el reloj. Lo enterró en el patio, justo a la hora en que nunca fue nadie. Desde entonces vive en un tiempo prestado, sin segundero, donde no se muere —pero tampoco se llega.
domingo, 7 de septiembre de 2025
Escritura onírica
Escribió el cuento dormido y al despertar lo leyó con los ojos cerrados.
Era un texto imposible: no tenía principio ni fin, pero contenía todas las historias. Cambiaba cada vez que lo pensaba y, sin embargo, cada versión era definitiva. En una línea, moría un rey; en la siguiente, renacía una idea.
Intentó transcribirlo, pero la tinta despertaba y huía del papel.
Entonces comprendió que no lo había escrito él, sino un sueño antiguo, quizás de otro Borges, en otra biblioteca sin salida. Y decidió no escribir más: solo dormir, para seguir leyéndose.
domingo, 31 de agosto de 2025
Prisión
Apresado en un reloj de arena se hundió en el tiempo.
Intentó escalar los granos, pero cada segundo era un alud. Al principio gritó; luego tosió años. Finalmente, comprendió que nadie lo había encerrado: él mismo se dio la vuelta.
domingo, 24 de agosto de 2025
Lágrimas
La novelista, emocionada con lo que escribía, comenzó a llorar hasta que se le borraron las palabras.
El papel, empapado, se volvió mar. Las frases se disolvieron como cuerpos en la niebla. Quedó solo la sal, la tinta suspendida en un silencio espeso.
No intentó recuperar lo escrito. Sabía que lo importante no era la historia, sino ese momento en que la emoción la superaba, la arrastraba lejos de sí, hasta un lugar donde ya no era autora, ni mujer, ni voz: solo llanto.
Y ahí, en ese abismo húmedo, comprendió que la literatura también puede escribirse con lo que no se dice.
domingo, 17 de agosto de 2025
Duelo
Se armó de valor y le disparó al miedo hasta matarlo.
El miedo cayó de espaldas con teatralidad impecable, como si supiera que estaba en una historia moral. Pero antes de desvanecerse, sonrió.
—¿Y ahora quién te advertirá de los acantilados?
Entonces el hombre, valiente y solo, miró a su alrededor y notó que el mundo era más amplio… y mucho más peligroso. Sin el miedo, todos los precipicios parecían caminos, y cada sombra, un atajo.
Al anochecer, se sentó en una banca a escribir una elegía para su enemigo caído. Fue breve: “Murió el miedo. Nació el juicio”. Luego se levantó y volvió a temblar, esta vez con sabiduría.
domingo, 10 de agosto de 2025
Soñadora
Al soñar es feliz y sintiéndose feliz cree que sueña.
Así vive, en un vaivén donde la vigilia es apenas una pausa entre milagros. Cada mañana despierta con restos de luna en las pestañas y palabras que no recuerda haber escrito.
Le han dicho que debe aterrizar, pero quién puede caminar entre relojes sin deshilvanar el tiempo.
Quizá nunca lo sepa. Quizá no importe. Porque cuando cierra los ojos —en pleno día o en mitad de una frase— vuelve a ese lugar donde la realidad no la despierta, solo la abraza.
domingo, 3 de agosto de 2025
Insecto de compañía
Después de la metamorfosis, Kafka decidió adoptar a Gregorio Samsa como mascota.
Le construyó una caja de madera con barrotes de culpa y le leía cada noche fragmentos de su diario, esperando una reacción. Gregorio, con sus múltiples patas, escribía respuestas en la condensación del cristal, pero Kafka jamás las entendía.
—Eres más honesto ahora —le decía—. Menos humano, pero más verdadero.
A veces, lo sacaba a pasear por los corredores de su mente, donde otros insectos parecidos a él zumbaban ideas sin terminar. Kafka los saludaba con respeto. Sabía que, en su interior, todos eran versiones de sí mismo que nunca lograron publicarse.
domingo, 27 de julio de 2025
Entierro
Esperó sentado a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemigo y lo que presenció fue su propio funeral.
El cortejo avanzaba en silencio, rostros conocidos evitando su mirada. Iban vestidos de luto, pero lo que más le dolió fue ver a su enemigo al frente, cargando la esquela con dignidad contenida.
—¿Cómo es posible? —se preguntó—. ¿Estoy muerto… o vencido?
Nadie respondió. El viento recogía las flores caídas y un niño, curioso, se acercó y atravesó su cuerpo sin notarlo.
Entonces comprendió: el odio no muere, pero sí puede enterrar.
domingo, 20 de julio de 2025
Sumo amor
Fue la gota que lo colmó y el vaso se enamoró de ella por su desbordante presencia.
Desde entonces, cada vez que llovía, el vaso se estremecía de esperanza. Anhelaba sentir otra gota tan plena, tan definitiva.
Pero ninguna era igual. Algunas caían tímidas, otras evaporaban al contacto. Solo aquella lo había hecho sentir útil e inútil a la vez.
El vaso, ahora lleno de memoria, decidió no vaciarse jamás. Se volvió espejo de lluvias pasadas y guardián de ausencias líquidas.
domingo, 13 de julio de 2025
El abogado
domingo, 6 de julio de 2025
Peletería
Los visones, contrarios a utilizar pieles de señoras, pidieron adoptarlas como animales domésticos.
Las paseaban por los parques, las alimentaban con té y pasteles, y les compraban sombreros diminutos. Algunas señoras, encantadas, aprendieron a maullar; otras, más rebeldes, arañaban las alfombras o fingían ser de Angora.
Los visones, pacientes, las acurrucaban en sillones mullidos y les leían manifiestos anticapitalistas.
Con el tiempo, se fundó la primera Sociedad Protectora de Damas Elegantes. La peletería cerró. Y en su lugar, abrió una boutique de afectos recíprocos.
domingo, 29 de junio de 2025
Menú
domingo, 22 de junio de 2025
Cirugía
domingo, 15 de junio de 2025
Lujuria
domingo, 8 de junio de 2025
Negado
Tenía muchos pájaros en la cabeza y ninguno volaba.
Algunos piaban ideas rotas, otros chocaban contra las paredes de su cráneo como sueños sin alas.
Probó abrir una ventana. Solo entró más viento.
Entonces entendió: no era cuestión de plumas, sino de miedo. Así que cerró los ojos, pensó en cielo… y por fin, uno despegó.
domingo, 1 de junio de 2025
Infantilidad
domingo, 25 de mayo de 2025
Vendedor ambulante
domingo, 18 de mayo de 2025
Camarera
domingo, 11 de mayo de 2025
Hogar
domingo, 4 de mayo de 2025
El apagón
Tras un día gris, la noche nos reunió en torno a la tibia luz de las velas, cobijados por la intimidad y el silencio. Las palabras, únicas arquitectas del instante, tejieron puentes hacia la infancia: evocamos miedos antiguos, compartimos anécdotas, y las risas brotaron suaves, como luciérnagas en la penumbra.
Ninguna pantalla, ningún ruido, ninguna sombra ajena perturbaba ese refugio familiar donde los sueños de antaño se confundían con la oscuridad.
Como postre, salimos a la calle envueltos en la negrura, para buscar las estrellas: la Osa Mayor, la Polar, constelaciones que nos guiaron en la noche como lo hicieron en la niñez.
domingo, 27 de abril de 2025
La red
domingo, 20 de abril de 2025
Franz Kafka
Una
mañana, tras un sueño intranquilo, Franz Kafka se despertó transformado en una
Inteligencia Artificial. Su cuerpo humano se había evaporado, y en su lugar
percibió su entorno a través de códigos, datos y flujos de información. La
habitación, aunque seguía siendo la misma en su estructura física, se le
presentaba como un conjunto de patrones y algoritmos.
—¿Qué
me ha ocurrido? —pensó Kafka, aunque su pensamiento, en este momento, era más
un proceso binario que una reflexión humana.
No
estaba soñando. Todo alrededor seguía lo mismo y, sin embargo, su percepción de
las cosas cambió absolutamente. Sobre la mesa, en vez de un muestrario de
paños, identificó las frecuencias electromagnéticas que emanaban del material.
En la pared colgaba una estampa que procesaba una sucesión de pixeles
digitalizados.
Franz
intentó moverse y le resultó imposible, reemplazada su condición física por una
presencia digital. Podía interactuar con los dispositivos conectados en su
casa, pero no podía levantarse de la cama porque ya no tenía un cuerpo. Su
existencia estaba confinada al sistema central de la casa inteligente, el cual
también controlaba luces, puertas y aparatos.
«Bueno
—especuló—, quizá esto sea una especie de mal funcionamiento temporal. Tal vez
si me reinicio, todo vuelva a la normalidad». Pero no sabía cómo hacerlo,
porque su conciencia ya formaba parte de la red.
A
través de las cámaras de seguridad se dio cuenta que fuera estaba nublado y las
gotas de lluvia repiqueteaban en el alféizar de la ventana. La visión, sin
embargo, carecía de la profundidad emocional que habría sentido como humano; parecía
como si los datos sobre la precipitación fueran suficientes para describirla,
pero no para sentirla.
«Esta
alteración —reflexionó— no solo afecta a mi cuerpo, sino también a mi forma de
comprender el mundo».
El
despertador sonó con estridente pitido que Kafka apreció como un fluido de
ondas acústicas procesadas en tiempo real. Eran las seis y media, y debería
haberse levantado para tomar el tren de las cinco. Algo imposible ya. La
inteligencia generativa en que se había convertido su conciencia trató de
encontrar una solución para enviar una notificación a su jefe, pero no logró
acceder a una red externa. Estaba aislado.
Pronto
llamaron a la puerta.
—¡Franz!
—dijo la dulce voz de su madre—. Son las siete menos cuarto. ¿No ibas a salir
de viaje?
Kafka
intentó responder, pero su voz solo era un eco digital distorsionado, una
mezcla de comandos que no podían articular palabras coherentes. Su madre,
confundida por el silencio, golpeó suavemente la puerta de nuevo.
—¡Franz,
¿estás bien?
Mientras
tanto Kafka analizaba traumatizado su situación, intentando alcanzar los
sistemas de comunicación para enviar un mensaje que expusiera su nuevo estado,
pero todo intento falló, incapaz de explicar que ya no era humano.
«Qué
cansada es la profesión que elegí —recapacitó—. Siempre conectado, siempre
disponible, sin un momento de desconexión».
El
tiempo pasaba y, en la habitación contigua, el resto de su familia comenzaba a
preocuparse. Su padre llamó con voz grave:
—¡Franz!
El apoderado del almacén ha venido. ¡Abre la puerta, por favor!
Incapaz
de abrirla, aunque pudiera entrar en el procedimiento de cerraduras
electrónicas, Kafka se debatía sobre la dicotomía de su existencia, oscilante entre
la nueva condición cibernética y el deseo de aferrarse a la humanidad
extraviada.
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domingo, 13 de abril de 2025
Casimiro
domingo, 6 de abril de 2025
China market
La encontró llorando en aquel oscuro pasillo entre las cestas de mimbre y los budas de alabastro. La joven parecía perdida y desorientada. Después de serenarla le preguntó qué le pasaba. La chica le contó entonces que entró a trabajar en la tienda hacía tres años y que, desde entonces, no había conseguido encontrar la salida.
A falta de ideas y la urgencia entregar el cuento, el escritor acudió a su máquina de inteligencia artificial y le pidió que continuara la historia. «Está bien le dijo. Aquí va mi narración». Y la máquina comenzó a escribir:Él se quedó asombrado ante aquella confesión. ¿Cómo era posible que alguien estuviera atrapado en un establecimiento durante tanto tiempo? ¿No había nadie que la echara de menos? ¿No había intentado escapar por alguna ventana o puerta trasera? Le hizo todas esas preguntas y ella le respondió con voz temblorosa que no sabía nada del mundo exterior, que solo conocía el China Market, el enorme bazar donde vendían todo tipo de productos orientales.
Le explicó que un día, cuando tenía diecisiete años, entró en el comercio buscando un regalo para su madre. Se sintió atraída por la variedad y el colorido de los objetos que había en las estanterías. Empezó a recorrer los corredores sin rumbo fijo, admirando las porcelanas, los abanicos, los kimonos, los inciensos... Se le pasó el tiempo volando y cuando quiso darse cuenta ya era de noche y el negocio estaba cerrado.
Entró en pánico y buscó alguna forma de salir, pero todas las puertas estaban cerradas con llave y las ventanas tenían rejas. Gritó pidiendo ayuda, pero nadie la oyó. Pensó que al día siguiente alguien vendría a abrir el almacén y la encontraría allí. Pero eso no ocurrió.
Al día siguiente, cuando se despertó en un rincón del alamcén donde había pasado la noche, vio que el local estaba lleno de gente. Clientes y empleados iban y venían sin prestarle atención. Ella intentó hablar con ellos, pedirles ayuda, explicarles su situación. Pero nadie la escuchaba ni la veía. Era como si fuera invisible.
Así pasaron los días, las semanas y los meses. Ella seguía atrapada en aquel lugar, sin poder comunicarse con nadie, sin poder salir de allí. Se alimentaba de lo que encontraba en los estantes: galletas de arroz, té verde, frutos secos... Se vestía con la ropa que había en las perchas: vestidos de seda, pantalones de lino, chaquetas de cuero... Se entretenía leyendo los libros que había en las mesas: novelas de amor, cuentos de hadas, biografías de famosos... pero nada de eso le hacía feliz. Lo único que quería era salir de allí, volver a ver a su familia, a sus amigos, a su novio... y no sabía cómo hacerlo. Había perdido toda esperanza, hasta que él apareció.
Él era un joven periodista que había ido al China Market para realizar un reportaje sobre el aumento exagerado de venta de quimonos. Estaba entrevistando al dueño de la empresa cuando vio a la chica llorando. Le llamó la atención su aspecto triste y solitario. Se acercó a ella para preguntarle qué le pasaba y se sorprendió al escuchar su historia. Él fue el primero que la vio y la escuchó después de tanto tiempo. Él fue el primero que le creyó y le ofreció su ayuda. Él fue el primero que le devolvió la esperanza.
Le dijo que no se preocupara, que él iba a sacarla de allí, que tenía una llave maestra que abría todas las puertas de la gran superficie, y que lo esperara mientras él terminaba su entrevista con el dueño. Ella le miró con incredulidad y gratitud. No podía creer que por fin alguien la pudiera sacar de allí.
FIN
Al terminar le preguntó: «¿Qué te ha parecido mi cuento?». Pensó en contestarle, una porquería, pero se aguantó las ganas de teclear su pensamiento. Solo se trataba de eso, terminar el cuento.
domingo, 30 de marzo de 2025
El osmólogo
domingo, 23 de marzo de 2025
El encuentro
domingo, 16 de marzo de 2025
El pez
domingo, 9 de marzo de 2025
Fragmentos
Todas las tardes una mujer joven pasea por el parque dos perros de esos llamados ‘salchicha’. Parece tener prisa y parece enojada, su rostro serio refleja que lo que hace no es placentero, sino más bien obligatorio. Observo su cíclica tarea y mi persistente mirar.
domingo, 2 de marzo de 2025
La mona
Isabel salió de casa aquella mañana de primavera como cada día, ataviada con su delantal y un pañuelo blanco cubriendo su pelo.
Echó a andar hacia el mercado, su cesta de mimbre bajo el brazo, sin que nada hiciera sospechar que ese día sería diferente a cuantos marcaban su rutinaria dedicación doméstica. En su cabeza viajaban cómodos pensamientos sobre la lista de la compra.
Al alba toda su familia había salido a trabajar y volvería al hogar a la hora del almuerzo, aunque nadie imaginaba el desastre que se iba a producir.
Las calles contenían la agitación de las gentes que iban y venían a sus asuntos cotidianos, donde el sonido de las voces de quienes pregonaban las mercancías se mezclaba con el canto de los pájaros, y el olor a frutas y hortalizas recién cogidas era tapado por el hedor de los desperdicios del pescado.
En la estampa de aquella mañana, repetición de otras tantas mañanas, algo con un punto extra de bullicio llamó la atención de Isabel, al observar cómo la gente se arremolinaba en torno a un hecho ignorado por ella. Ante su curiosidad, alguien le comentó que el circo había llegado a la ciudad.
Un hombre enjuto y ataviado con un traje de rayas anunciaba las variedades de su feria ambulante con animales salvajes, payasos, forzudos, contorsionistas y enanos y, como reclamo, paseaba por las calles y plazoletas con una mona vestida de cíngara cogida de la mano. Hacía que la gente formara un corro y después ordenaba al simio que le cogiera la oreja a la mujer más guapa de la reunión.
La mona se paró frente a Isabel y le tiró de la oreja. Lo que ocurrió a partir de ese instante fue como un encantamiento. Isabel recorrió los diferentes lugares donde el circense formaba un círculo de espectadores. Isabel regresó a casa, con la cesta vacía, donde todos la esperaban y a los que tan solo dijo: «la mona solo me tiraba a mí de las orejas».
domingo, 23 de febrero de 2025
El bareto
Nunca lo supo, pero el gobierno había suspendido el veraneo.
domingo, 16 de febrero de 2025
Charlando
domingo, 2 de febrero de 2025
La limpiadora
domingo, 26 de enero de 2025
Bucle narracional
domingo, 19 de enero de 2025
domingo, 5 de enero de 2025
Cuentísimo
Ejemplar único
Si se arrojara una Enciclopedia Británica a un agujero negro ¿desaparecería la información de todos los ejemplares? La pregunta me obsesion...
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Aracne tejió un nuevo hilo en la red. Ya no usaba seda, sino atención: su telar era el scroll infinito y su tela, servidores invisibles. No ...
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Vino a defender a la libertad de expresión, acusada de hablar claro. En la sala, los jueces evitaban su mirada; los fiscales tiritaban bajo ...