domingo, 23 de febrero de 2025

El bareto



El fuerte olor a pintura fresca permanecía en su memoria olfativa después de que la tarde anterior diera el último brochazo de albayalde a las tablas.



Sentado frente al mar con su sombrero de paja, contemplaba cómo el suave ondular de las olas de un túrbido turquesa morían en la playa una y otra vez.



Satisfecho y ufano por la labor realizada, escoltado por la construcción en la que trabajó durante varias semanas, se dispuso a levantar el telón de la temporada de verano.



Contempló el paisaje vaciado de gente, el día luminoso perfilando las sombrillas y las velas de windsurf, mientras una brisa salina ascendía desde la orilla inundándolo todo y pensó, distraídamente, que aquello era el preludio de lo que se avecinaba: días y noches de trasiego, multitudes sedientas, jolgorio, fiestas, calor, mucho calor, amaneceres tórridos y ocasos sanguíneos.



Todo pasó tan rápido y, llegado septiembre, seguía allí sentado en el mismo banco blanco sin que nadie hubiera aparecido a consumir algo en su chiringuito que, con tristeza y algo de frustración, cerró.



Nunca lo supo, pero el gobierno había suspendido el veraneo.

1 comentario:

  1. Más o menos lo que pasó entre diciembre y febrero en Argentina...

    Saludos,
    J.

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