Aracne tejió un nuevo hilo en la red. Ya no usaba seda, sino atención: su telar era el scroll infinito y su tela, servidores invisibles. No atrapaba moscas, sino egos; no mariposas, sino miradas hambrientas de aprobación. Cada like era una vibración en su red, cada comentario, un nudo más fuerte.
Mostraba vidas perfectas que no existían, creaba polémicas calculadas y bordaba cancelaciones con millones de ojos. A cada vanidoso le ofrecía un espejo; a cada indignado, un púlpito. Su red no atrapaba por la fuerza, sino por el deseo.
Mientras todos creían estar conectados, eran solo puntos quietos en su tela. Aracne ya no buscaba venganza, sino reconocimiento. Ser vista, ser leída. Y quizás, como en el mito ser castigada, otra vez, por haber tejido demasiado bien la imagen de lo que somos.
Creo que es una imagen que nos engaña, porque nos muestra como queremos ser, no como en verdad somos.
ResponderEliminarSaludos,
J.