Todas las noches salía a pasear su can a la misma hora y por el mismo itinerario. Enjuto y timorato, su cuerpo era impulsado por el corpulento animal. Se paraba en la única farola de la calle, caminaba quinientos pasos hasta el contenedor de la basura, se santiguaba frente a la antigua ermita quemada por un rayo y se lamentaba por no haber nacido perro antes de volver a casa.
domingo, 26 de diciembre de 2021
Amo
Todas las noches salía a pasear su can a la misma hora y por el mismo itinerario. Enjuto y timorato, su cuerpo era impulsado por el corpulento animal. Se paraba en la única farola de la calle, caminaba quinientos pasos hasta el contenedor de la basura, se santiguaba frente a la antigua ermita quemada por un rayo y se lamentaba por no haber nacido perro antes de volver a casa.
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Al menos puede repetir eso de "qué vida de perros" y sentirse un tanto mejor. O no.
ResponderEliminarSaludos,
J.