domingo, 29 de marzo de 2020
Soltar lastre
A José Doménico lo conocí un verano mientras trabajaba en un bar restaurante en mi época estudiantil para lograr algún dinero. Se pegaba a la barra y desplegaba su discurso de filósofo tabernario como él se definía. Solía contar chistes que venían a ser sus máximas para explicar el mundo. En cierta ocasión refirió el chascarrillo del hombre que andaba por el desierto con un yunque entre sus manos. Preguntado por su propósito, el individuo explicaba que era una técnica evasiva por si aparecía una fiera, momento en el que soltaría el pesado hierro y podría andar más rápido. Doménico decía que así pasa en nuestras vidas, ya que si somos capaces de dejar las pesadas cargas que nos ralentizan, podemos andar más ligeros y sin el lastre de los engorros que nos frenan ante lo esencial.
domingo, 22 de marzo de 2020
Charla cotidiana
—Hola.
—Qué tal —se saludaron frente a una antigua casona.
—¿Esta no era la casa da Antonio, el viejo mecánico?
—Sí, vivió aquí hasta que murió su mujer, Ángeles. Después se fue marchó a casa de una de sus hijas y allí falleció, una lástima.
—Veo que están reformando la vivienda.
—Sí, al parecer vendrá a vivir el hijo mayor.
—Es una buena casa.
—Me tengo que ir.
—Y yo.
Se estrecharon las manos antes de marcharse y cada espectro tomó una dirección distinta.
domingo, 15 de marzo de 2020
Encogimientos
Leyó en un libro que la gente mayor menguaba por cada susto se les daba. Así que comenzó a asustar a mamá hasta que ella se fue haciendo pequeñita mientras él crecía. Hasta que llegó el día que su hijo comenzó a asustarlo a él y comprendió el poder menguante que confiere el miedo.
domingo, 8 de marzo de 2020
Un cuento
La niña observó como la mujer mayor cruzaba con cierta dificultad la calle tirando del carrito de la compra. A cada paso imaginó cómo habría sido cada parte de vida. Una chica ilusionada, una joven apuesta, una esposa diligente, una madre infinita, una mujer luchadora. Al llegar al otro lado de la calle, la mujer mayor volvió la cara hacia la niña y le sonrió. Ese fue el momento en el que pudo reconocerse en aquel rostro.
domingo, 1 de marzo de 2020
Olvidadiza
He creado un grupo de WhatsApp con una sola usuaria que soy yo. Allí envío los mensajes más sinceros, los recuerdos que no debo olvidar, los instantes más claros, los encuentros más plácidos y, especialmente, las fotos que me recuerdan lo que fui cuando estoy junto a las personas que me hacen saber quién soy. A veces olvido que soy quien manda los mensajes y cuando escucho un aviso sonoro, me emociono.
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El osmólogo
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