domingo, 3 de marzo de 2019

Dar y tomar






Hay cuentos que son una denuncia de la realidad que nos circundan, como ese que me contaron sobre un grupo de jóvenes, de los que llaman alternativos y antisistema, llegados a un barrio para montar un local donde realizar actividades culturales. En principio, la relación con el vecindario no fue buena porque distaban muchos sus estéticas y sus formas de entender la vida, y porque incluso algún vecino entendió que les restaba protagonismo a sus acciones sociales.

El paso del tiempo entreveró los intereses de cada parte e hicieron camino común, hasta que la volátil juventud y sus pocos recursos económicos les hizo abandonar su autogestionaria gestión cultural. En el local se instaló una moderna oficina para negocio de una entidad bancaria y, a día de hoy, el banco es propietario de la mayoría de las viviendas del barrio al quedarse con sus hipotecas.

La historia se la escuché contar a dos jubilados que esperaban el futuro sentados en un banco.

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