domingo, 19 de agosto de 2018

El telépata




Cansado de discutir aprendió a contestar en silencio a sus interlocutores. Llegó a establecer elaborados diálogos. Nadie comprendía su mutismo. En cambio, él mantenía largas conversaciones interiores que le llevaban a entender cómo eran quienes le rodeaban. Les ofrecía consejos, les consolaba, comprendía más que nadie sus cuitas. De sus labios apenas se escuchaba un sí o un no y su familia preocupada quiso llevarlo hasta un internado de salud mental, pero él, que sabía sus pensamientos, se fugó. Después de hacerse anacoreta fue contratado por una agencia de espionaje.




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