Rebuscaba entre los desperdicios de la basura cada noche. En cada contenedor encontraba las cosas inútiles que la gente arrojaba: altruismo, poesía, calma… Un día encontró un verdadero tesoro: su vida que se había caído dentro.
domingo, 26 de enero de 2020
domingo, 19 de enero de 2020
Beodo
En aquella librería servían unos libros deliciosos y siempre lo invitaban a unas rondas de textos, así que cada noche volvía a casa borracho de letras. Menos en una ocasión cuando lo detuvo una pareja de críticos literarios y le hizo un control de novelas. El resultado que dio fue un porcentaje de ‘best seller’ por encima de lo permitido. Un filólogo le retiró el carné de la biblioteca pública y lo condenó a leer a los clásicos de nuevo.
domingo, 12 de enero de 2020
El tótem
Llegó embalado y parecía majestuoso ante la mirada de los niños que en ningún momento se apartaron de él mientras lo ponían en funcionamiento aquellos operarios. Hasta le cantaron a coro canciones infantiles.
Luego lo adoraron durante un par de horas mientras escuchaban a la madre contar historias de cómo era la vida antes de que existirá aquel artilugio.
Por fin se abrió la puerta del frigorífico y los niños recibieron un polo de chocolate recién hecho en justa recompensa por su devoción.
domingo, 5 de enero de 2020
Altos vuelos
La madre se lo tenía dicho, que no jugara con el niño. El padre siempre hizo caso omiso. Al principio sujetaba al bebé con sus largos brazos y lo subía a la altura hasta donde podía extenderlos. Después comenzó a lanzarlo por el aire hasta la altura del techo de la casa y el bebé sonreía.
Para no desentonar con lanzamientos anteriores, en la calle lo soltaba con fuerza hasta la altura de la farola y así prosiguió hasta alcanzar el tejado de la casa. El bebé sonería.
Ante la protesta de la madre viajó hasta Italia y lo proyectó hasta la altura de la torre de Pisa y cuando cayó lo recogió con certera precisión y seguridad. Repitió su proeza en París, ante la torre Eiffel, en Shanghái junto al rascacielos que lleva este nombre y en el edificio Burj Khalifa hasta alcanzar sus 828 metros de altura, no sin el ¡ay! contenido de la madre hasta que el bebé —que sonreía— regresaba a los brazos de papá.
En el último lanzamiento, el padre reconoció que se le fue la mano. Ahora el bebé sonríe desde la Estación Espacial Internacional.
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